Hace algunos días explicábamos que para las mujeres, la actividad física era una buena forma de protegerse contra el cáncer de mama, y del mismo modo tenemos que decir ahora, que el pilates es uno de los métodos que más se están utilizando en el mundo entero para superar la depresión y el desgaste orgánico que genera una de las enfermedades más mortales de la actualidad.
Algunos de los principales objetivos que buscan las mujeres a las que se les ha detectado cáncer de mama, y que se encuentran bajo tratamiento médico avanzado, tienen que ver directamente con mejorar la movilidad en brazos y hombros, prevenir el linfedema tras la cirugía y los tratamientos, aumentar el bienestar físico y emocional y, en definitiva, mejorar la calidad de vida, como sostienen los especialistas en la materia.
En este mismo sentido, hay que destacar que Doreen Puglisi, una instructora de Pilates reconocida a nivel internacional, fue una de las primeras en unificar esta práctica que apasiona a las mujeres de buena parte del mundo, con aquellas rehabilitaciones posteriores al cáncer de mama, luego de descubrir que muchas personas eran dadas de alta luego de someterse a operaciones de todo tipo, pero no se les aconsejaba un ejercicio físico.
“Diseñé el programa dos años antes de haber sido diagnosticada de cáncer de mama, pero cuando lo viví en primera persona me di cuenta de la importancia de extenderlo y perfeccionarlo”, explica ella misma al respecto, añadiendo que desde hace seis años se encuentra formando instructores de Pilates para mujeres con cáncer de mama en todo el planeta, para que aporten una ayuda distinta a estas pacientes oncológicas.
Además, como mencionábamos anteriormente, mediante este programa de rehabilitación física, por ejemplo, podemos prevenir el lifedema, una de las consecuencias más frecuentes de los tratamientos, pero todavía un desconocido para la comunidad médica.