Las naranjas contienen azúcares naturales por eso son dulces, jugosas y refrescantes y quizá por esto puedan considerarse como una golosina natural.
Las naranjas son muy beneficiosas para la salud gracias a su alto contenido en vitamina C, vitamina que nos ayuda a combatir las infecciones y a conservar una buena salud en general, también nos ayuda a absorber el hierro que nos aportan otros alimentos y a formar el colágeno, indispensable para tener una piel sana.
Las naranjas son ricas igualmente en antioxidantes protectores, que nos ayudarán a prevenir el daño que podrían hacernos los radicales libres y por tanto prevenir ciertos tipos de cáncer. También contiene betacarotenos, necesarios para reforzar las paredes de los capilares sanguíneos, el pelo y las uñas.
Aunque siempre se aconseja consumirlas en invierno, como tenemos naranjas todo el año podemos consumirlas peladas y al natural o exprimidas en cualquier temporada.
Si nos decidimos por el jugo, lo ideal es exprimir las naranjas justo antes de consumirlo. Aunque no cabe duda de que el jugo de naranja es un alimento estupendo, consumir una naranja entera (pelada y en gajos), posee seis veces más cantidad de fibra de pectina (fibra soluble capaz de disminuir los niveles de colesterol en sangre).
Las naranjas también aportan proteínas, tiamina y folatos (vitaminas del complejo B), vitamina A, calcio, hierro, cinc, potasio y ácido fólico.
Otra de su propiedades es que es capaz de proporcionarnos energía sin acumular grasas.
Hay que elegirlas firmes, ligeramente brillantes y pasadas (son jugosas) dejando las que presenten manchas de humedad o estén demasiado maduras.
La manera más óptima de conservar las naranjas es en un lugar fresco y ventilado (no en la heladera), dejando que el aire circule libremente entre ellas.