Los lunares son algo que debemos atender especialmente cuando detectamos algún cambio en ellos. Estos se pueden encontrar en cualquier parte de nuestro cuerpo. Como están situados en la piel, a menudo, estamos acostumbrados a ello y no les damos importancia.
Un lunar podemos tenerlo durante años, sin embargo, si lo observamos, veremos que a lo largo de la vida ha ido cambiando, se ha ido haciendo grande a medida de nuestro crecimiento, no creemos que tenga importancia, pero si lo pensamos realmente sí que la puede tener, incluso ser el aviso de un cáncer de piel.
En las edades de entre 20 y 40 años se ha de hacer un chequeo de cáncer de la piel, como mínimo cada tres años. Cualquier mancha sospechosa que tengamos en nuestro cuerpo puede ser signo de alarma. A parte de este chequeo, nosotros mismos, debemos de observamos nuestra piel al menos una vez al mes. Una buena alternativa es ponerse frente al espejo para poder observamos los lunares, pues alguno siempre hay que ha pasado desapercibido al no estar en nuestro alcance visual.
Si hay alguna zona en la que no podemos acceder, tenemos la opción de los espejos de mano, ya que zonas como las nalgas o la espalda resultan un poco incómodas para su observación.
Un dato curioso es la cantidad de lunares que puede llegar a tener una persona, la cantidad puede oscilar a partir de 40, pueden estar solos o en grupo y su color marrón se debe al pigmento producido por la melanina.