La clave de una vida sana está en saber organizarse. Hay que aprender a comer todos los nutrientes que necesitamos para estar sanos.
La organización es fundamental. Podemos comenzar por nuestra nevera, congelador, latas…
tener a la mano siempre variedad de frutas, yogures y leche desnatada.
La verdura ha de esta siempre bien lavada, cocinar solo la que necesite cocción y si queremos guardar lo que sobra, siempre hemos de hacerlo en recipientes herméticos y en la nevera.
Los cambios en la organización deben de ser graduales. Los hábitos de la compra también son importantes, comprar alimentos frescos o congelados y cada vez menos los envasados y preparados, con ello conseguiremos aportar a la alimentación del día a día los nutrientes necesarios y en la justa medida, sin excesos de calorías y sal, pero a su vez, sin carencia de variedad.
Las hortalizas hemos de añadirlas a todas la comidas. Frescas, congeladas, en lata… de todas formas son hortalizas.
El consumo de frutas al final de la comida.
Aportar lácteos (si son descremados mejor) de 2 a 3 porciones diarias.
Apartar los alimentos salados (embutidos, sopas comerciales, platos pre-elaborados, encurtidos). El salero en la cocina es un peligro para quien le agrade la sal, podemos optar en vez de este algún otro tipo de condimento.
Las etiquetas siempre hay que leerlas, sobre todo en las aguas minerales y las bebidas diarias.
La fibra que aportan las legumbres, cereales, frutas, verduras… es muy importante por su contenido beneficioso para el organismo.