La fatiga crónica, también llamada estrés crónico, tiende a ser considerada una enfermedad degenerativa del estrés.
Además del agotamiento y el cansancio, la fatiga crónica es detectable porque se padecen: contracturas reiteradas, cambios imprevistos en el peso (se aumenta o se baja con mucha rapidez, aunque uno no esté haciendo dieta o no haya modificado sus pautas alimenticias), insomnio, jaquecas, palpitaciones, acidez, constipación, diarreas, trastornos en la ansiedad y crisis de pánicos. Generalmente se presentan más de una de estas situaciones al mismo tiempo, por lo que resulta más fácil detectar la fatiga crónica. También puede suceder que la persona este más irritable, que tenga problemas cognitivos (en el aprendizaje) o de sociabilidad (como se relaciona con las demás personas).
Entre algunas soluciones encontramos que es posible:
- Primero: reconocer que está viviendo una situación de estrés que no es normal y que necesita ser corregida, sabiendo que usted es el principal implicado en lo que está sucediendo, y la única persona que puede decidir si desea salir de dicha situación.
- Respete los tiempos de su propio cuerpo, tales como los de las comidas, dormir, ir al baño, descansar y recrearse, entre otros.
- Trate de evitar todas las situaciones competitivas que lo introduzcan en una situación de peligro o tensión.
- Intente también desactivar las situaciones de violencia que se puedan presentar, recordando que la mayoría de ellas pueden estar generadas en uno mismo.
- Reduzca el consumo de cigarrillos, alcohol, mate, té, café y chocolate, aunque en los primeros momentos la parezca que le produce decaimiento.
- Si consume infusiones, trate de que sean de tilo o manzanilla.
- Reduzca el consumo de carne, que aumenta la agresividad y la tensión.
- Y no olvide consultar a su médico.