Un ataque de ira puede dañar seriamente su corazón. El sistema inmunitario se pone en marcha para fabricar anticuerpos, previendo que algunos de los tejidos sufriera una herida.
Si contenemos la ira, los órganos se van desgastando. El mal humor se convierte en un riesgo más de enfermedad coronaria, ya que las paredes de las arterias se deterioran ante la presión sanguínea y la grasa acumulada se transforma en colesterol, en vez de energía.
Por eso si discute con algún amigo, o en su trabajo, o cualquier situación estresante, por simple que sea, trate de mantener la cabeza fría. Tenga en cuenta que el enojo no cambiará la situación y puede empeorarla. Suele ser muy efectivo pensar que existen cosas mucho más grave en la vida por las que preocuparse.
Un pequeño consejo para estar cada día más joven, evitando algunas actitudes que más envejecen y hoy forman parte de los principios de longevidad.