Según E.D. Copeland y V.L. Love (1995), hay una serie de indicadores que permiten determinar si un sujeto puede tener problemas en el control de sus impulsos. Así sucede cuando experimenta al menos cuatro de los que aparecen en esta lista:
- Busca experiencias excitantes y arriesgadas.
- Muestra una baja tolerancia a la frustración y al aburrimiento.
- Actúa antes de pensar con independencia de la situación-problema.
- Es desorganizado y casi nunca planifica actividades.
- Es muy olvidadizo y/o llega tarde por falta de previsión.
- Cambia de una actividad a otra con mucha frecuencia.
- Se muestra incapaz de guardar su turno para hablar en aquellas situaciones grupales en las que se necesita paciencia.
- Requiere de mucha supervisión para evitar problemas.
- Se crea problemas por actuar de forma inapropiada.
- Es muy creativo, aunque muchas de sus propuestas son esbozos que necesitan ser pulidos.