Muchas veces, cuando notamos que nos hemos dejado estar por un largo período de tiempo, debido a las obligaciones como la casa, el trabajo y la familia, pensamos que antes de comenzar a ir al gimnasio o a correr, conviene que cambiemos nuestra dieta, y recién cuando hayamos bajado de peso, ponernos a mover el cuerpo. Sin embargo, la realidad indica que esto no es tan así.
La cuestión es que de acuerdo a los últimos estudios, como indica Miguel Alonso Alonso, investigador de la Universidad de Harvard, “la actividad física parece tener una función facilitadora de conductas alimentarias encaminadas al seguimiento de una dieta sana”, de modo que, en realidad, conviene iniciar el movimiento del cuerpo, que eso mismo ya nos lleva a mejorar y preocuparnos la alimentación.
Todo esto, además de basarse en preceptos científicos, parte de una base lógica y de todos los días. Si nosotros, en medio de la crisis, hacemos el esfuerzo de pagar el gimnasio o a un entrenador para que nos ayude a mejorar la condición física, con mayor razón vamos a asegurarnos de que el sudor que dejamos en cada sesión se note a largo plazo, y por eso nos cuidamos más a la hora de ingerir distintos alimentos.
“El control inhibitorio también podría prevenir la ganancia de peso en personas sanas, porque ayuda a resistir las múltiples tentaciones alimenticias que aparecen cada día en esta sociedad donde la comida, sobre todo la hipercalórica, está cada vez más omnipresente”, insiste además este especialista, de forma que encontramos que incluso ir al gimnasio o salir a correr, nos sirve incluso cuando estamos en peso de acuerdo a nuestro alimento.
De hecho, también es cierto que, mucha veces, considerando el tipo de alimentación podremos obtener mejores beneficios a partir de la actividades que llevamos a cabo, y por eso conviene que el cambio de mentalidad y de esfuerzo se produzca de forma conjunta. Si esperamos a bajar de peso para empezar a entrenar, es muy probable que no terminemos de hacer dieta ni comencemos nunca a entrenar.