Desde 1989 se celebra el 31 de mayo el Día Mundial Sin Tabaco. No es que no sean conocidos los perjuicios que el cigarrillo puede acarrear al fumador y a los que le rodean, pero parece necesario motivar a una reflexión sobre un hábito que no es sólo individual.
Para incrementar el conocimiento sobre el impacto que tiene el tabaco en la salud, se han definido áreas de reflexión e información que incluyen: lugares de trabajo sin tabaco, los medios de comunicación y el tabaco, y crecer sin tabaco. Dichos temas propuestos mundialmente se abordarán con campañas y diversas actividades, las cuales se llevarán a cabo tanto desde el ámbito gubernamental como privado.
La existencia del Día Mundial sin Tabaco obedece a una necesidad impostergable: reducir los alcances de este vicio que se cobra millones de vidas humanas por año.
Uno de los mayores peligros de este vicio (y conjuntamente una de sus principales armas) es que suele dar su golpe inicial al ser humano justamente en aquella etapa en que éste es más inestable y más proclive a las falsas sensaciones de libertad, independencia o búsqueda de la novedad: la adolescencia y la juventud.