Los deportistas de élite tienen este año una de las citas más importantes de sus carreras; los Juegos Olímpicos.
El evento deportivo más importante a nivel mundial, es uno de los objetivos más anhelados de los deportistas de los cinco continentes.
Lograr una medalla olímpica, es una meta para la que se preparan a conciencia durante muchos años, en constantes y duros entrenamientos.
La carrera de la mayoría de deportistas es más corta que otras profesiones, por lo que empiezan desde muy jóvenes a practicar un deporte, formarse físicamente y mejorar la técnica de cada modalidad hasta rozar la perfección.
En los deportes de élite no basta con ser bueno y hacerlo bien, sino que la competición te obliga a ser el mejor para superar siempre al oponente y subir a lo más alto del podio.
Sin embargo, existe la otra cara de la moneda. La entrega y el sacrificio por el deporte en la máxima competición, conlleva también ciertas restricciones y privaciones en otros ámbitos de la vida.
Según las estadísticas, más de un 50% de los deportistas de élite sufren transtornos alimentarios. Entre los problemas más habituales, se encuentra la obsesión por mejorar la forma física, disminuir las grasas o conseguir el peso idóneo para participar en ciertas modalidades.
Así, se producen transtornos en la alimentación, pérdida de masa ósea o amenorrea. El sector más afectado suele ser la gimnasia, seguido de los corredores de fondo y los ciclistas.
También cabe hablar de otro serio problema que afecta a algunos deportes, como por ejemplo el ciclismo, donde se oyen casos de dopaje de forma demasiado habitual.
Algunos deportistas, utilizan sustancias dopantes que estimulan la actividad física y mejoran el rendimiento para obtnener mejores resultados deportivos.
Pero, además de ser una práctica ilegal y sancionada por el COI, el doping tiene efectos secundarios que pueden ser muy perjudiciales para la salud.
Muchos de los deportistas de élite, tienen que renunciar a una infancia normal. Son muchas las horas que dedican al entrenamiento, lo que les impide dedicar el tiempo a practicar actividades propias de un niño.
A su vez, los deportistas llevan un estricto control de la alimentación, por lo que también tienen que renunciar muchas veces a ciertos placeres tan comunes para otros niños, como dulces o golosinas.
El cuerpo es su herramienta de trabajo y tienen que cuidarlo con esmero para obtener el máximo rendimiento.
Pero por otro lado, el continuo y duro esfuerzo al que lo someten, puede provocar que se resienta y sufran lesiones y enfermedades musculares a pronta edad.
La cara más dulce del deporte nos enseña que el esfuerzo y la dedicación acaban teniendo su recompensa; el triunfo, la medalla y el reconocimiento mundial.