El embarazo es uno de los momentos de la vida de la mujer en el que más necesario es el ejercicio físico, ya que en muchos sentido el cuerpo está adquiriendo una nueva configuración, y la actividad que llevamos a cabo en este período estará mandando un mensaje al organismo. Conviene, por tanto, que tengamos una rutina de entrenamiento, aunque no muy cargada, y siguiendo siempre algunos consejos como los que traemos a continuación.
Por ejemplo, antes de comenzar a realizar cualquier tipo de deporte en el embarazo, ya sea que estés de tres meses o de siete, es importante que lleves a cabo una consulta con tu médico de confianza, y preferentemente, con el mismo que está siguiendo el embarazo, ya que de esa forma podrás adaptar la actividad que más te guste a las necesidades reales que tienes en ese momento.
Luego, una vez que te preparas para llevar a cabo esta actividad, nosotros recomendamos siempre una pequeña entrada en calor, de al menos unos diez minutos, antes de empezar la sesión, y luego, esperar que el cuerpo retome su ritmo normal antes de ponernos manos a la obra. De igual forma, es importante que siempre utilices ropa que no vaya a dificultar tus movimientos, más allá de que no sea la que más bonita se te ve.
Si además eres una embarazada sedentaria, es decir, que antes de comenzar a gestar no realizabas ningún tipo de actividad física, conviene que empieces tu rutina de una forma algo más moderada de lo común. Incluso, deberías eliminar por completo la competición en la práctica del deporte y evitar aquellos de contacto o de alto impacto, ya que podrías lastimar al bebé.
De la misma manera, aconsejamos especialmente evitar las posturas boca abajo, ya que disminuyen el flujo sanguíneo al útero. Además, conviene siempre seguir una hidratación adecuada a lo largo de todo el día y una alimentación que tenga en cuenta la práctica deportiva. Por último, en los casos en los que haya mareos, malestar, o la visión se nuble, terminar directamente la práctica deportiva por un tiempo.