Aunque los especialistas siempre nos indican acerca de todo lo beneficioso que puede ser llevar adelante una rutina de entrenamiento, pocas veces tenemos constancia sobre la forma en la que nuestro cuerpo, de modo particular en sus sistemas y órganos, logra una mejor condición, motivo por el cual aquí vamos a intentar explicártelo un poco más resumidamente, así en adelante lo tienes en cuenta.
Lo primero que debes saber en este sentido, es que el movimiento implica un aumento de las necesidades de energía, especialmente a nivel muscular si entrenamos esta parte del cuerpo, pero además, se produce un requerimiento muy similar en cuanto a todos los sistemas que componen nuestro organismo, el cardiovascular, el nervioso, el respiratorio, el metabólico y demás.
Analizando los casos particularmente, y está aquí lo importante, podemos decir que el sistema cardiovascular se ve afectado de forma tal que necesita bombear y transportar más sangre; al mismo tiempo que los requerimientos del respiratorio estarán mucho más cercanos a “tomar mayor cantidad de oxígeno”, que luego el sistema anterior deberá llevar a los músculos.
Si pasamos al sistema metabólico, en tanto, es bueno saber que el mismo se encargará de aportarnos todos los nutrientes que obtiene de los alimentos que consumimos, como los hidratos de carbono o las grasas; además de que la existencia de estos distintos estímulos sobre nuestros órganos, con las diferencias entre cada uno de ellos, determina que el mejor funcionamiento de uno, también se aplique sobre los demás.
Luego, una vez que comenzamos una rutina de entrenamiento, podemos ser testigos de cómo al realizarse el ejercicio físico, se alteran las funciones de los sistemas, al punto en el que se produce un equilibrio mayor en todos ellos, lo que logra una mejor comunicación, y a largo plazo, un funcionamiento mucho más aceitado.