El gran dietólogo norteamericano Ancel Keys, una autoridad mundial en ciencia nutricional dice que «en la alimentación racional humana no cuenta tanto la cantidad como la cantidad de los manjares que se consumen». Estos deben ser variados, armónicos y fácilmente asimilables, deben aportar un cierto potencial energético-calórico y ser adecuados a las diferentes edades de la vida. Keys ha expresado este concepto también en un libro bastante conocido, «Comer bien para mantenerse sanos». En resumen, salud es igual a alimentación. Admitido que cada persona necesita diariamente un determinado número de calorías para desempeñar su propia actividad según la edad y estado de salud, surge el problema de la calidad de los alimentos ingeridos.
Un alimento, para estar en regla desde el punto de vista dietético, debe cumplir los siguientes requisitos: estar bien hecho, tener atractivo morfológico y gastronómico (forma-sabor), ser perfecto desde el punto de vista higiénico-alimenticio, práctico para usar, seguir un cierto gusto del tiempo en que surge. Es evidente que los helados y congelados eran casi desconocidos por nuestros abuelos, pero hoy en día tienen amplia difusión, consumo y algunos gozan de la aprobación de los expertos nutricionistas.
Un buen alimento debe garantizar la propiedad de lo que declara ofrecer. Muchas veces se añade una motivación oportunista como: alimento integral, natural, sin contaminación química, saludable, dietético, contra el colesterol, adelgazante, revitalizante… y otros. Más allá de esta adjetivación verifique siempre la etiqueta de los alimentos donde se detallen en cantidad y calidad, todos los componentes.