¿Cómo debemos alimentarnos?. Se trata de un auténtico problema, pues las opiniones de las personas más serias, los consejos de los expertos más autorizados, son a veces diametralmente opuestos. Veamos.
Para los carnívoros.
Algunos ejemplos del género del que sigue inducen a reflexionar. El Consejo Nacional Británico para la Investigación Médica ha sometido a observación dos tribus vecinas de Kenia, una que se nutría únicamente de cereales y verduras, y la otra de leche, carne y sangre. Los comedores de carne poseen como promedio 12 cm. más de estatura y 10 kg. más de peso que los otros. Además, su salud es mucho más satisfactoria.
Para los vegetarianos.
En favor de los vegetarianos: el ejemplo de los hunzas, un pueblo montañés que vive en el corazón del macizo del Himalaya. Muchos médicos los han observado separadamente y han subrayado su longevidad, resistencia, vitalidad, optimismo y buen humor. Su alimentación está exclusivamente constituida por frutos frescos en verano, y secos en invierno, a los que añaden verduras crudas o muy poco cocidas, nada de azúcar, un poco de leche cuajada y poquísima sal y carne. Con este régimen los hunzas viven más de cien años, y son por añadidura capaces de escalar sus montañas con grandes cargas y marchar varias jornadas seguidas sin detenerse.
Conclusión.
Sólo puede ser una: un régimen mixto es lo que se impone. Cada individuo, cuando se aleja de la tutela maternal debe ser capaz de conocer los platos que convienen a su organismo y aquellos que no le sientan bien.
No obstante, hay que reconocer que el régimen vegetariano es un régimen ideal. Porque no deja en el organismo los desperdicios que proporciona la carne (el ácido úrico aumenta con el régimen carnívoro y disminuye con el vegetariano). Su incoveniente es que no es práctico, da trabajo, y por tanto se necesita ánimo para preparar cada día un menú vegetariano sin gastar un dineral.